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A Baby Nicols la cuarentena se le hace muy, muy dura, en tanto que se aburre de la muerte y, sobre todo, echa de menos que le metan la polla. La zorra se pone a desplazar el cuerpo desnuda en la ventana y un vecino que miraba con la cámara no puede eludir las ganas de visitarla. Afortunadamente para él, la zorra está cachondísima, con lo que tras dejarse hacer unas fotografías se sienta en el borde de la cama y ahí empieza a mamársela. Entonces se abre de piernas y se la folla con un buen polvo que termina con una corrida en su cara.