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Si aún eres virgen y no tienes a quién meterle la polla, nada mejor que contar con los servicios de una mujer de bandera como es el caso de Apolonia Lapiedra. La fortuna que tiene el bueno de Alberto Blanco es de poder llamarla justamente a ella, algo que solo ocurriría en las mayores fantasías. La zorra está lista para enseñarle todo cuanto haga falta, desde de qué forma abrir el envoltorio del condón hasta la manera en la que la debe penetrar. Y en todo instante la guarra no para de gemir y de gozar de la follada tal y como si jamás se la hubiesen follado mejor.