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El padre de Lilly Bell se ha fijado en su hija de forma frecuente y sabe que es una zorrita que no solo está buenísima, sino además de esto tiene pinta de puta. Su coño piloso que a veces ha visto de reojo, le pone tan caliente que no deja pasar la oprotunidad de follarla en el momento en que una noche se la halla atacando la nevera de madrugada. La guarra no sabe qué hacer cuando su padre la comienza a hostigar, mas a los pocos minutos termina con su polla metida en la boca chupando como una agobiada. Y no solamente eso, pues en un instante se la clava en ese coño bien piloso y se la folla dándole más placer de lo que jamás podría haber imaginado.