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La muchacha se metió a una tienda de un centro comercial a hurtar. La puta tenía como costumbre siempre y en toda circunstancia hurtar en exactamente la misma tienda, exactamente el mismo día por semana a exactamente la misma hora. El vigilante la tenía cogida desde hace cierto tiempo, conque un día, fatigado de la puta, la metió a la oficina de vigilancia, le enseño los vídeos del hurto a la joven y le afirmó a la puta –Si me chupas la polla y follas conmigo, te dejare hurtar las veces que desees- La chica, pese a que no deseaba chupársela a un ignoto, no tenía otra alternativa. O bien tenía sexo con el vigilante, o bien iba a la prisión, la perra prefirió su libertad.